lunes, 25 de enero de 2016

LAS CARICIAS



LAS CARICIAS COMO INSTRUMENTO DE EDUCACIÓN EMOCIONAL


Siguiendo nuestra línea de análisis (cómo somos, cómo nos relacionamos) vamos a trabajar uno de los instrumentos más eficaces: 


Las Caricias

Nos hablan de nuestra historia personal, de nuestro estilo de relación, de lo que más anhelamos y tememos.

Una caricia es una unidad de reconocimiento.

Alguien nos dice que existimos: 
hablándonos, tocándonos, mirándonos, escribiéndonos, o simplemente estando, porque solo nuestra presencia ya comunica.

La psicología del aprendizaje utiliza el término refuerzo. El Análisis Transaccional prefiere  la palabra Caricia, que personalmente encuentro más cálida.



Ya el psicólogo Harry Harlow descubrió a través de sus investigaciones con monos que éstos preferían  una madre blandita y agradable a un trozo de alambre, aunque el trozo de alambre dispensara mayor cantidad de alimento.


Vamos a hablar de los distintos tipos de caricias.

Como decimos siempre, la teoría es incompleta, y va cambiando con el tiempo y los nuevos descubrimientos. 

Lo importante de la teoría es que es un anclaje para darnos cuenta de cómo somos y de cómo nos relacionamos


Por eso planteamos la clasificación de las caricias como una via de reflexión:


¿Damos y recibimos caricias físicas, verbales, gestuales, virtuales,...?

¿Suelen ser condicionales, relacionadas con lo que hacemos?
¿O incondicionales, referidas a lo que somos?

¿Positivas, que nos hacer sentir bien al recibirlas?
¿O negativas, que nunca deseamos?

¿Adecuadas a la situación, al momento, a la cultura?
¿O inadecuadas en calidad, cantidad, grado,...?

¿Verdaderas, falsas, formales, informales,...?

¿Las damos y recibimos completas,
o descontadas de antemano, para bien o para mal?


Cargar nuestra Batería de Caricias es una tarea que nos ocupa desde que nacemos, porque, como seres humanos, las caricias son más importantes que la comida.

René Spizt, que estudió la privación emocional, y John Bolwby, (Teoría del Apego), lo demostraron hace ya muchos años. Cualquiera de nosotros puede observarlo en nuestros alumnos, y en nosotros mismos. Las caricias son vida.

Y, ¿cuáles son nuestras caricias preferidas?

Está claro que nos gustan más las caricias positivas, incondicionales, auténticas,... y las caricias físicas son las de mayor poder de carga, sobre todo cuando somos pequeños o estamos desvalidos.

Sin embargo, nuestra historia personal determina nuestras expectativas de caricias; nuestro autoconcepto nos empuja a buscar lo que creemos que nos merecemos

Podemos considerarnos personas valiosas, merecedoras de caricias positivas, auténticas, gratificantes. 

O, por el contrario, ¿esperamos descalificaciones, maltrato, engaños,...?

En cualquier caso, todo mejor que la ausencia de caricias.

A nivel personal un buen trabajo de análisis es elaborar nuestro propio cariciograma:


¿Qué tipo de caricias recibo,
espero recibir,
busco,
doy,
rechazo?


O, dicho de otra forma, ¿cuáles son mis estrategias para llenar mi batería de caricias?


A nivel profesional, puedo preguntarme por el modo de dar y recibir caricias en clase y en mi equipo de trabajo.

A nivel social es importante observar si los ambientes en los que nos movemos funcionan con economía o abundancia de caricias.

Este clima determina el grado de bienestar o desasosiego de los grupos humanos en los que nos movemos. Las caricias que se dan y se reciben crean un ambiente que determina la salud emocional de los entornos sociales. 

Un entorno rico en caricias nos da seguridad, nos anima a hacer, y hace posible establecer relaciones auténticas.

Por el contrario, un ambiente pobre en caricias inhibe nuestra creatividad y nos hace tacaños a la hora de dar.

Cualquiera de nosotros tiene experiencias en ambos sentidos. Y, lo más importante, las caricias se expanden como el aire, y lo convierten en saludable o irrespirable.

Como adultos que somos, es importante reflexionar,
discriminar, y...
                                                          elegir.

Dejemos que nuestro PADRE NUTRITIVO nos regale unos consejos aplicables a todos nuestros escenarios: 

con relación a nosotros mismos,
en nuestro entorno familiar, 
en nuestro trabajo, 
en nuestra vida social 

PRÁCTICA EDUCATIVA Y PERSONAL



DA CARICIAS POSITIVAS CONDICIONALES E INCONDICIONALES: las personas que te rodean sabrán que las quieres, y lo que esperas de ellas.

PIDE CARICIAS: las necesitas para estar bien, para actúar bien, para saber lo que provocas en los demás. A través de ellas conocerás quién te quiere, y te ayudarán a elegir tus relaciones.

ACEPTA LAS CARICIAS QUE TE DEN: te mereces muchas positivas; y las negativas condicionales te darán información sobre tu hacer y tus relaciones.

RECHAZA SIEMPRE LAS CARICIAS NEGATIVAS INCONDICIONALES: no le otorges a nadie el poder de machacarte, aunque sea la persona que más te quiere.
Expresado de una forma simple, el amor no es la leche, no coloca a nadie por encima de tí.

Tampoco te des permiso a tí mismo para descalificarte. 

ALÉJATE DEL AIRE ENRARECIDO en el que todo se pesa y se mide a la baja. 

Por el contrario, procura ser sensible a pequeñas caricias que te regala el camarero, la vendedora, los niños de clase,... Verás que eso te convierte en una persona más amable, y más feliz.